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miércoles, 22 de abril de 2009

Día 7 – Supercalifragilisticoespialidoso

Cuando los días empiezan bien, te entra un buen humor que hace que lo veas todo de color de rosa, y esa mañana fue supercalifragilisticoespialidosa. Paseamos temprano por varias zonas, vimos el Lincoln Center, y estuvimos con una sonrisa toda la mañana, porque después de intentarlo sin éxito en dos ocasiones, por fin pudimos comprar entradas para un musical que, como habrán adivinado los más avispados, no era otro que “Mary Poppins”. Cuando tuvimos los tickets en nuestro poder, mi madre se puso a bailar de alegría en la entrada del teatro (no es una forma de hablar, va en serio), y por si no era suficiente con saber que íbamos a ver un espectáculo de Broadway, mi hermana y yo nos agenciamos un par de All Star, que allí valen la mitad que en España. Nueva York es, en muchos sentidos, gangalandia, y viendo las etiquetas de precios y descuentos, no es de extrañar que sea conocida como la ciudad de las compras. Si en nuestro país hay algunas tiendas “outlet”, en las que encuentras cosas de marca a buen precio, allí hay una cultura a ese respecto impresionante, existiendo zonas y centros comerciales enteros, en las que poco menos que te regalan la ropa. Vi una camiseta a 20 dólares, que había sido rebajada de ¡190! ¿Cómo es posible?
Por lo visto, allí la máxima de “Renovarse o morir” está muy arraigada en los fashionistas, y cuando hay cambio de temporada, tiran la casa por la ventana; razón por la cual, la gente viaja a Estados Unidos con maletas vacías para traerlas llenas. Haciendo recuento, me agencié dos vaqueros de Levis, que rondan los 90 euros, por 24 cada uno, las zapatillas deportivas los tenis a 29, ocho botes de mi gomina, que en Tenerife cuesta 11 euros y allí 50 centavos, y unos accesorios para el iPod, que me habrían salido más de 100 euros, y que conseguí por poco más de 20. Si no tienes cuidado, se te dispara el consumismo.

A todas estas, pueden dar gracias a que los precios estén baratos para que la gente compre, porque si fuera por la amabilidad de las dependientas, lo llevarían claro. Me refiero en concreto a las negras, que no podrían ser más bordes (no me sale natural decir “afroamericano”, porque me suena a eufemismo utilizado por miedo a decir “negro”). Imagino que quizás a ellas las tratan a la patada, por ser víctimas del racismo de una sociedad hipócrita, y por eso cuando ven a un turista descargan contra él, porque si no, no encuentro explicación.
El día anterior le había preguntado a una dependienta por las All Star, y a pesar de que vio que me manejaba bien en inglés, se dirigió a mí con monosílabos y frases imperativas (de sonreír y ser amable ni hablamos, claro); cuando le dije que había buscado pero que no había de mi número, y le pregunté con toda educación si podría mirar en las del escaparate, que tenía un porrón amontonadas, y estaba casi seguro de que eran de mi talla, me miró con asco y me dijo que no pensaba ir al escaparate; se dio media vuelta y se fue. En el resto de tiendas igual, y en el metro más de lo mismo. Estando en un Starbucks se podría decir que la camarera se río de mí delante de una compañera, dándole a entender que era gilipollas por pagar ese precio por una galleta. Ya sé que el Starbucks es caro, pero joder, estaba todo cerrado, tenía hambre y… coño, ¿no se supone que viven de lo que les compramos? Es como si entras en un concesionario de lujo, y el vendedor te dice que hay que ser imbécil para gastarse ese dinero en un coche. Cuando ya estábamos empezando a plantearnos si los del Ku Klux Klan quizás no eran tan mala gente, una mujer de información (negra, se sobreentiende) nos trató de maravilla, así que decidimos guardar las antorchas, y pensar que sencillamente nos topamos con un par de gilipollas que compartían sexo y color de piel.

Almorzamos en el buffet de un centro comercial, en el que había una escultura metálica de un hombre desnudo; era toda oscura, salvo la pinga el miembro, que se lo habían sobado tanto, que se había quedado dorado y le brillaba desde lejos. Vimos la biblioteca pública (a-lu-ci-nan-te), y volvimos a casa para vestirnos e ir al teatro.

La puesta en escena fue acojonante, y el nivel de perfección en el espectáculo y los decorados era tal, que dejaban boquiabierto al más exigente; si en una obra de teatro te ponen dos paños de pared y una mesa, para hacerte creer que la acción se desarrolla en una habitación, aquí ponían una casa entera sin la fachada, es decir, como si abrieras una casa de muñecas o vieras de frente el 13 Rue del Percebe, y todo cuidado hasta el más mínimo detalle; además estábamos en un sitio inmejorable, y vimos hasta los pelos de la nariz de los actores.
Cambiaban de escenario y ropa con un chasquido de dedos, el espectáculo nunca decaía, y cuando creías que no podían darte nada nuevo, de repente te sorprendían poniendo a volar a Mary Poppins entre el público, o haciendo que Bert el deshollinador caminara por el techo. Salimos de allí cargados de nostalgia, con una sonrisa en la cara y una canción en los labios:

Con un poco de azúcar, esa píldora que os dan… la píldora que os dan, pasará mejor; si hay un poco de azúcar, esa píldora que os dan, satisfechos tomaréis…

7 comentarios:

JuanRa Diablo dijo...

En dos palabras Peibol: Im presionante. Aún no entiendo cómo haces para escribir tan pronto estas entradas, con la cantidad de enlaces que pones y las fotos que vienen tan a huevo. Algunas creo que las fabrican ex profeso para tí, si no no lo eniendo.

Pensaba que este dia traía sorpresa desagradable pero veo que ya fue el summum. Yo soy un enamorado de los musicales y eso es quizás lo que mas me atraeria: ir a ver uno a Broadway. Y parece que hasta con los ojos cerrados puedes elegir pq no decepcionan. Se lo saben montar muy bien por lo que cuentas (y veo)

En fin, sigue, sigue que siga yo flipando.

El extraño desconocido dijo...

Ya ni sé lo que decir, Peibol! vete a Pekin y lo cuentas en el blog, que así me ahorro el tener que ir yo. Es que tanto detalle es genial, parece que estoy viendo a tu madre al comprar las entradas, jajaja.

Superpatata dijo...

Jajaja, me imagino a tu madre en la puerta bailando toda contenta. Por cierto, menudas gangas. Has hecho bien en aprovechar para comprar gomina, ya que al ser de un uso prácticamente diario y tan barata.... y con el precio de los Levis me has dejado alucinada. Otra cosa, por donde vives también se le llama tenis a las zapatillas deportivas??, es que cuando salgo de mi tierra y lo digo por ahí se piensan que estoy loca o algo, porque jamás han escuchado llamarlos así.
Qué tía más borde la de la tienda, a mi me ha pasado alguna vez que otra aquí, pero al final me han acabado sacando lo que quería del escaparate, aunque fuese a regañadientes jeje.
Qué bonito lo de la función, según como lo cuentas tuvo que ser alucinante!!
Un saludo.

peibol dijo...

A JuanRa Diablo:
En dos palabras: Muchas gracias :). La verdad es que me lo curro, las cosas como son, y se agradece que alguien lo valore ;). Cuando llegué escribí "en borrador" unas cuatro entradas, apuntando las ideas principales; luego las fui perfilando, y cuando publicaba una, adelantaba la siguiente, y pefilaba la otra. Cuando me voy a de viaje resulta un tanto agotador este proceso, pero merece la pena con seguidores como tú.

Lo de Broadway es increíble, porque vayas a ver lo que vayas a ver, sale todo el mundo de los teatros con la boca abierta.

Un abrazo.

A El extraño desconocido:
Gracias gracias, aunque si la hubieras visto, le habrías perdido todo el respeto; hay un video grabado del momento, pero no le podía hacer ese feo XD

A Superpatata:
Sí, aproveché algunas gangas, y eso que no nos dedicamos a comprar, sino que eran tiendas que se cruzaban por nuestro camino, que si no...
Aquí también se llaman tenis, pero puse lo del tachón, porque nadie me entiende, y no me sale natural escribir "zapatillas" en el blog.
En cuanto a lo de los escaparates, según tengo entendido es obligatorio que te lo den, si no tienen otro en la tienda. Además, es una cuestión de sentido común; si no tienes más, ¿para qué lo promocionas en el escaparate?


¡Saludos a todos!

Peter Pan dijo...

ay como me gusta Mary Poppins aunque me parezac una infantilada padre. A mi lo que mas gracia me hacia era verla sacar lamparas del sombrero :)

Lillu dijo...

Yo también pensaba que os había pasado algo chungo, pero ya veo que haber logrado entradas para un musical de Broadway es todo lo contrario :)

Por cierto, gracias por todos esos comentarios en mi blog!

saluditos

peibol dijo...

A Peter Pan:
Pues las sacaba, y más cosas, y además nos dejó a todos boquiabiertos, porque fuimos incapaces de ver el truco. Nunca hay que perder al niño interior

A Lillu:
No no, descuida, y de nada mujer, ya era hora de que te comentara, que entre unas cosas y otras...

¡Saludos!